jueves, 14 de junio de 2012
Quejas.
Le miraba incrédulo ¿hasta dónde llegarían las estupideces de sus
congéneres? No fueron una ni dos, si no hasta dieciséis las veces que se lo
explicaban. Tampoco era tan difícil. La chica se mantenía mirándole con los
ojos fijos, como si cualquier rastro de lucidez hubiese desaparecido.
Suspiro.
Volvió a mirar y volvió a explicárselo. Ya que sin ella el plan no iba a
poder salir.
Después sonrió.
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