domingo, 17 de junio de 2012
No permitiré que caigas
Sonrió sin ganas, sosteniendo el brazo de ella aún en las
manos. Intentando que no se cayera. Calmándose aunque el abismo que veían sus
ojos fuese infinito.
-¡Agárrate fuerte y no te caigas!
-¡Cómo si fuera fácil!
Los pies empezaron a escurrírsele, varias piedrecitas hacían
ruido con el movimiento y caían a la nada. Era imposible mantener a los dos
mucho más tiempo, pero ahí residía la fuerza de la naturaleza humana, en su
infinita capacidad de hacer que lo imposible fuese probable.
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