Yo

Gente que me lee

Visitas

Con la tecnología de Blogger.
sábado, 1 de septiembre de 2012

Mentiras piadosas


Nuestros tabús sociales nos indican que deberíamos de cambiar un montón de aspectos de nuestra vida que para otras culturas son completamente normales e incluso no se plantean.

El traqueteo del tren se vio interrumpido por un brusco parón. Los altavoces anunciaron lo que muchos se preguntaban, al parecer un problema retrasaría el viaje. Lucía resopla y se echa bruscamente atrás sobre su asiento. Un retraso en el tren significa entre otras cosas que el helado que lleva en la bolsa se estropeará, ya veía los goterones  de vainilla y chocolate en la caja. Esperaría aún un poco, con suerte el problema se solucionaría antes de tiempo.

El mendigo que segundos antes lloraba sobre la mala suerte que tenía en la vida y medio cantaba sus problemas, se sienta en uno de los asientos libres y espera como todos que se solucione pronto.

Un niño llora, a su lado un hombre pone mala cara pero el niño al rato se queda quieto y ante las caricias de su madre guarda silencio, a nadie le gusta estar encerrado un tiempo indeterminado en el tren.

Álex mira a Lucía, una, dos y hasta tres veces fija su vista en ella antes de alejarla.

-¿Estás pensando en el helado eh?

Ella tuerce el gesto y gira la cabeza ¡pues claro que estaba pensando en él! También pensaba en la casa vacía, y en las pocas oportunidades que tenían de tenerla así. Sus padres y hermanos se habían ido de fin de semana y ellos se encontraban encerrados en un tren sin vuelta atrás. Podían tener coche pero no… Iban y venían en el tren, el único transporte que se podían permitir con lo que tenían. Generación perdida. Así es como se consideraba ella, y él aunque no lo dijera.

-Anda no le des más vueltas. –Sonríe poniendo su mano sobre la de la chica. Ella tiene un pequeño escalofrío pero no la quita y hace amago de sonreír.

Se recoge la mata de pelo morena con una goma azul y le indica a él si quiere hacer lo mismo, quien niega con la cabeza, le gusta llevar su pelo al viento.

El niño vuelve a llorar, esta vez con más insistencia y en un tono más irritante. Una chica vestida a la moda a su lado, que lleva un rato tecleando sin parar su móvil táctil de ultimísima generación pega un berrido a la madre indicándole que le haga parar de una vez a lo que el niño responde con más llantos y la madre con una discusión que crea sino más calor en el vagón.

Lucía se sacude la camisa que empieza a chorrear sudor y saca uno de los helados de la caja ofreciéndoselo al niño, la madre agradece con un movimiento de cabeza y el pequeño con la cara cubierta de chocolate y una amplia sonrisa llena de dientes dice algo parecido a “Gachas”.

El cuasi silencio vuelve a hacer su presencia en el lugar. Álex coge la caja de helados y cuando va a sacar uno para él, empieza a masticar lo que le reconcome desde hace demasiados días. ¿Debería de decirle a Lucía lo que pasa? ¿Es el momento idóneo? ¿Cómo se lo tomará ella? Todas esas y más cuestiones se le aparecen en la cabeza. Ella siempre ha sido demasiado sentimental, algo que le gustó cuando se conocieron, pero que ahora con casi cinco años a sus espaldas le resultaba agotador.

Respira hondo, coge aire e hincha sus pulmones hasta encontrarse lo suficientemente relajado como para explicar lo que quiere. Mientras desenvuelve el papel de su helado y lo echa en una de las papeleras que hay al lado de los asientos lo suelta

-El otro día fui al médico, me han dado las pruebas, al parecer tengo cáncer.

Cáncer.

La palabra fue una especie de mazazo para Lucía, quien temblando siguió comiendo el helado al que llevaba un rato quitando el papel para poder comerse.

-Cáncer.

Repite la palabra en voz alta para hacerse con el sonido de la misma y poder asimilarla. Sabe que no es una broma, pero el silencio en el tren hacía parecer que sí.

-Cáncer.

Álex le coge por el mentón y le mira atentamente a los ojos. Sus preciosos ojos castaños están perdidos en la desesperación y allí se juntan las lágrimas apelotonadas clamando por salir. Él lo ve, pero ella lo siente, siente el escozor, siente el dolor y la pena de quien no cree lo que está sucediendo.

-¿Cómo que cáncer? No puede ser, no… Claro que no… No puede ser. ¿Cuándo ha sido? ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Qué se puede hacer?

El helado cae, destino esperado por el mismo, que desparramado empieza a manchar más de lo que incluso está el suelo. Álex lo recoge y lo tira junto con el envoltorio a la papelera del tren. Muchos de los presentes comienzan a lanzar pequeñas miradas hacia la pareja, quien llama la atención de los mismos en el silencioso vagón que va hacia ninguna parte.

-Me lo dijo el médico ayer, -miente,  lo sabe desde hace tres días pero es tan fácil decírselo a ella. Recordaba la vez que suspendió el examen de conducir. Estuvo tres semanas llorando sin parar y apenas pudo preparar el siguiente sin pensar en el fracaso anterior. Una chica llena de sentimientos o demasiado llorona como solían decir sus colegas cuando llevaban unas cuantas copas de más encima.

-¿Y? –Pregunta ella arqueando las cejas en modo de súplica, lo que de verdad hubiese querido decirle eras “¿Cuándo tenías pensado decírmelo?”, pero no era momento de quejarse, ni de discutir. Quería saber cómo estaba él, quería saber si aquello tenía cura… claro que la tenía, era cáncer, el cáncer de ahora no era como el de hace unos años, en diez años la gente diría “Papá tengo cáncer” y su padre se reiría diciendo que no pusiera excusas para faltar a clase mientras se reía. Sí, el cáncer ahora se curaba.

-Pues… -Álex medita, no es que quisiera posponer la pregunta, pero le cuesta bastante explicar lo que ocurría, lame un poco su helado y siente el frescor de la crema en sus papilas gustativas en contraste del odioso calor que inunda la estancia. –Es un tumor maligno en la cabeza. Es maligno, eso quiere decir malo, y  en la cabeza,  que quiere decir peor.

Haciéndose daño pero sin apenas notarlo Lucía retuerce el plástico de sus bolsas con las manos.

-Eres joven, -dice animándose ella misma. –Puede curarse.

-Sí- Álex volvió a mentir.
 
No sería la última vez.

0 comentarios: