sábado, 9 de junio de 2012
Solo
-No quiero seguir viviendo- dije sosteniendo el café humeante en mis manos.
Sofía me miró con una mezcla de aburrimiento y pena.
-Ya lo sé- contestó de manera seca – lo has dicho muchas veces- continuó.
Yo solté la taza sobre la mesa y resoplé.
Nadie me comprendía. Desde hacía cinco años mi vida había girado en torno a problemas que conllevaban más problemas hasta que la espiral de angustia era tan enfermiza que terminé cayendo en una depresión.
0 comentarios:
Publicar un comentario