martes, 12 de junio de 2012
Demasiado alta
La música era ensordecedora, los oídos empezaban a dolerle y tuvo que tapárselos con las manos para poder aguantar sin desmayarse. Los ojos le lloraban. Sabía que era música pero estaba tan alta que era imposible conocer el ritmo de la misma de no ser por las vibraciones. Todo vibraba: El suelo las paredes y los propios cuerpos de los presentes. De un momento para otro todos estarían felices, los oídos empezarían a sangrar y después el silencio.
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