La hora
No era un hombre bueno, todos lo sabían y él no lo negaba. No se llegaba hasta donde él estaba realizando buenas acciones, no se vivía la vida que él había vivido con amabilidad ni con favores sin vuelta. Esperaba una muerte claro, como todos, pero no creía en seres del más allá. Por eso se asustó tanto al contemplar la figura delgada y oscura del ser que se presentó ante él. Las palabras quisieron salir de su boca y no lo lograron. No sólo le resultaba terrorífico su compañero de viaje sino que además no parecía estar contento con él. Trago saliva y no pudo.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Sin vuelta
Sus ojos miraban con vacío extremo el lánguido cuerpo que se extendía a sus pies. Su cabeza barajaba miles de posibles acciones que realizar a continuación: tal vez debería de estrecharlo entre sus brazos, agacharse y llorar amargamente por los tiempos que no volverían, quizá simplemente bastase con cerrarle los párpados y desaparecer con aire poético entre la lluvia inexistente que debía de estar ahí. Sin embargo no hizo más que dejarse caer de rodillas, no sintiendo el dolor cuando éstas cayeron a plomo sobre el suelo. Echó hacia atrás el cuerpo, y fue entonces cuando comprendió realmente la situación.
Viajando a nunca más
El último abrazo fue entregado entre lágrimas silenciosas y con sueños que tarde o temprano se acabarían olvidando. Las voces se oían a lo lejos, mientras las promesas de un futuro imposible se entrecruzaban luchando por ser la que se escuchara más alto.
Mentiras.
Ambos en su corazón conocían perfectamente la verdad, y esa era que por mucho que quisieran nunca volverían a encontrarse.
Mentiras.
Ambos en su corazón conocían perfectamente la verdad, y esa era que por mucho que quisieran nunca volverían a encontrarse.
martes, 4 de septiembre de 2012
Terror al anochecer
El gran ventanal que ocupaba parte del salón no iluminaba el
recoveco donde se encontraba aprisionando a la mujer quien lloraba y chillaba
desconsoladamente. Álex sacudió la cabeza y le tapó la boca. Entonces vio la
sangre.
Fracaso
No estoy triste, sólo añoro pensar que el gato de schrödinger durante un breve instante estuvo vivo, aunque sólo fuese en mi mente.
Brisa medieval
Hubo una vez un mercader que trabajaba de sol a sol. Lo único que le alegraba los días era su hija, una hermosa doncella que ya había florecido y que a pesar de no ser la joven más bella de todo el reino, destacaba no sólo por su frescura y su sonrisa, si no también por su inocencia real, a diferencia de otras mujeres que simplemente la fingían para parecer más bellas.
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