domingo, 9 de septiembre de 2012
Sin vuelta
Sus ojos miraban con vacío extremo el lánguido cuerpo que se extendía a sus pies. Su cabeza barajaba miles de posibles acciones que realizar a continuación: tal vez debería de estrecharlo entre sus brazos, agacharse y llorar amargamente por los tiempos que no volverían, quizá simplemente bastase con cerrarle los párpados y desaparecer con aire poético entre la lluvia inexistente que debía de estar ahí. Sin embargo no hizo más que dejarse caer de rodillas, no sintiendo el dolor cuando éstas cayeron a plomo sobre el suelo. Echó hacia atrás el cuerpo, y fue entonces cuando comprendió realmente la situación.
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