miércoles, 13 de junio de 2012
Fiebre
6:00 | 
Publicado por
Sheila
Primero empieza el
ritmo suave, lento, tal vez incluso armonioso y cálido. El calor empieza a extenderse
y todo lo que está a su alrededor sube de temperatura.
El ritmo sigue, haciéndose paso entre todo tu ser, convirtiendo tu cerebro en una discoteca en la que la única persona que no quiere bailar eres tú.
El ritmo sigue, haciéndose paso entre todo tu ser, convirtiendo tu cerebro en una discoteca en la que la única persona que no quiere bailar eres tú.
Las pupilas se dilatan.
Las mejillas se sonrojan.
Y sólo cuando piensas que nada podría ir peor, varios cientos de espinas atraviesan tu garganta provocando un dolor, no mortal, pero sí casi eterno.
Historia de un resfriado.
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