martes, 12 de junio de 2012
Arrodíllate ante Su Majestad
-Vamos,
diviérteme. –Gritaba. –Venga.
Alzó la
vista sin levantar la cabeza.
-No soy
idiota, no pienso hacerlo.
Sonrió
ampliamente.
-Pues
entonces tenemos un problema.
Desde
su baja posición no se atrevió a formular la pregunta pero lo hizo.
-¿Cuál?
-¿No
decías que no eras idiota? ¿Pues cuál va a ser? ¡Qué aquí mando yo por supuesto!
Por
supuesto.
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